Rincón de Cani & Beni



INMOBILIARIAS PEPE,S.A.


ÉL- ¡Buenas tardes¡ Mire usted, somos los novios que han llamado esta mañana para pedirle información sobre un piso.

IN.- ¡Ah, sí! Pasen, pasen, por favor. ¿Quieren sentarse? Así que ustedes quieren comprar un pisito, ¿eh?

ÉL- Sí, señor. Pero  antes quisiéramos saber todos los detalles del piso en cuestión.

IN.- ¡No faltaría más! Pregunten, pregunten, Inmobiliarias Pepe está a su servicio.

ELLA.- Antes que nada quisiéramos saber cuánto vale el pisito.

IN.- Ahora mismo se lo digo. Pero  no se apuren, que como me han caído simpáticos, les voy a dar una casa que ni el Sagha Kan ése tiene una igual. Y, además, rebajada, eso sí, por ser la cuesta de Enero, para que la puedan subir cómodamente.

ELLA- Y con descuento y todo... ¿cuánto?.

IN- Casi nada, teniendo en cuenta que la vida está por las nubes y que los aviones tienen que ir a gatas por el suelo. Voy a ver, voy a ver...

         (Consulta en unos libros y folletos).

IN- Veamos... de entrada, cien mil euros. Más hipoteca, más seguro de... más seguro de... bueno, todos esos seguros que aseguran asegurando todo lo que haya que asegurar. O sea, seguro de la portera, seguro de los balcones, seguro de aceras, seguro de vida, seguro de muerte...

ÉL- ¿Queeee? (da un salto) ¿Ha dicho seguro de muerte? ¿Pero quién ha muerto?

IN- No me sea macabro, hombre. No se ha muerto nadie. Eso es por si usted estira la patita antes de hora y deja a esta inocente criatura con el piso a  medio pagar. ¿Me entiende?

ÉL- ¡Pues maldita la gracia que me hace a mí el segurito ése¡

IN- Bueno, como les decía, todo esto es pagándolo de golpe, que en total... (cuenta con los dedos), sube a unos cuatrocientos mil euros.

ELLA-¿Y la rebaja que nos hace por ser la cuesta de Enero?.

IN- ¡Ah, sí! La casa Pepe, que da muchas facilidades, todo sea dicho de paso, les descontará un 0’000001%.

ÉL- Pues si eso son facilidades, que baje San Cucufato y que lo vea.

IN- Ahora bien, si no lo pagan de golpe (da un golpe), lo pueden ir pagando por el sistema corriente de los Bancos: Bco.del Norte, Banco del Sur, Banco del Oeste, Bco.del Este,  en fin, todos los bancos.

ÉL- Oiga, ¿incluidos los bancos  de Viveros y  Glorieta?

IN- ¡Pero qué gracioso es usted! (ironiza). En total hay que firmar unas  cuatro mil letras y la Casa, toda generosidad, les regala un estupendo bolígrafo PIC con recambio y todo. ¿Qué les parece?.

ÉL- Me parece mucho dinero.

ELLA- Ya lo creo que es mucho dinero. Como que mi Pascual y yo vamos a estar todo el día fuera de casa haciendo horas extras para pagar el piso. Y si no vamos a estar nunca en casa... ¿para qué queremos una casa digo yo.?

IN- En fin, mire, eso son cosas de la vida moderna, del pluriempleo, del salario mínimo... ustedes tienen que pensar en sus nietecitos, en sus tataranietecitos, que el día de mañana heredarán un piso muy bonito. Háganlo por ellos, vale la pena.

ÉL- ¡Pues nos han fastidiado nuestros nietecitos!  Porque si lo han de heredar y disfrutar ellos, perra suerte la muestra matarnos para pagar la casa.

ELLA- Es demasiado dinero para nuestras posibilidades.

(El de la Inmobiliaria manipula en unos cajones y extrae un paño que envuelve algo. Lo desenvuelve y un ladrillo queda al desnudo).

IN- ¿Saben lo que es esto?

Él- Yo creo que es una ladrillo.

ELLA- Sí, se parece mucho a un ladrillo, ¿verdad? ¡Mira, hasta tiene agujeritos y todo, como el queso de gruyére!

IN- ¡Es un ladrillo!  Pero mírenlo bien. Cójanlo, obsérvenlo.

(Lo cogen con las manos y lo palpan).

IN- ¿Saben lo que vale?

ELLA- No tengo ni idea.

ÉL- Psche... no sé...

IN- ¡Cinco mil euros¡

(Casi les cae el ladrillo).

IN- Como lo oyen, cinco mil euros.

ELLA- ¡Pero si vale más que una pastilla de turrón de Alicante¡

IN- Vaya que sí. Pero, miren, les voy a ser sincero. ¿Saben por qué los pisos valen tan caros?. Pues por el aumento de los precios de los materiales. Este inocente ladrillo que ahora vale cinco mil euros, la semana que viene según nueva ley, valdrá quince mil euros. Y entonces el piso no costará cuatrocientos sino seiscientos mil euros.

ELLA- ¡Ay, “redeu”, con el dichoso ladrillo!
ÉL- No, si a este paso dentro de poco valdrá más que los lingotes de oro.

IN- Usted lo ha dicho, sí señor. Porque el día de mañana no se fabricarán lingotes de oro, sino ladrillos, montañas y montañas de ladrillos. Y es que, según dijo no sé quien, el ladrillo será el oro del futuro. Así que compren ahora que es el momento oportuno.

ÉL- Bueno... vistas así las cosas...
ELLA- Lo compraremos, ¿verdad, Pascual?. Y ahora, por favor, detállenos el pisito por dentro, a ver cómo es.

IN- ¿Qué les voy a decir?. Una verdadera  mansión por dentro y por fuera. Diez metros cuadrados, pero... ¡qué diez metros cuadrados señores¡ ¡Qué diez metros¡. En su vida verán nada igual.

ÉL- No, si eso no hará falta que nos lo jure.

IN- Salón de estar, comedor, baño, pasillo, terraza, cinco habitaciones. ¿Qué más quieren?

ELLA- ¿Y todo eso cabe dentro de los diez metros cuadrados?

IN- Y más que le pongan ustedes. Si tienen perro, hasta lo pueden poner por ahí, en cualquier sitio. No sé dónde, pero algún rinconcito habrá para  el  pobre animalito, ¿no?

ELLA- ¿Y ha dicho que tienen terraza?.

IN- Ejem.. bueno, terraza, terraza, es lo que comúnmente llamamos el terrado. Ahora, eso si, con unas vistas maravillosas a un campo de calabazas.

Él- Oiga, y... el cuarto de baño, ¿cómo es?

IN- ¡Una preciosidad¡ ¡Con agua corriente¡ Bueno, he dicho con agua corriente pero a veces no es que corra mucho, ¿saben?, como está un poco reumática... pero  no tiene importancia. Ducha, armario, grifos y ¡la novedad del siglo! Cuando uno se sienta ahí donde ustedes saben, nada más sentarse comienza a sonar una serenata de Chopin que, oigan, cuando uno lo prueba dan ganas de pasarse todo el día ahí.

ELLA- ¡Oh¡ ¡Qué ilusión,  cariño!

ÉL- Oiga, y en vez de una serenata del Chopin ese, ¿no podrían transmitir un partido de fútbol? Es que como no  alcanzaremos para la tele y los domingos  juega el Valencia...
IN- Si, hombre si, y si quiere una negra para que le abanique y le haga cosquillas. No inventan tanto los inventores.

ÉL- Pues podían haberlo inventado. Por lo de la negra, claro.

(Ella le da una bofetada por lo que ha dicho)

ELLA- ¿Tiene ascensor la finca?

IN- Sí, señorita, tiene ascensor. El inconveniente es que como está esperando que lo asciendan, a veces sube y no baja, o baja y no sube, y hay ocasiones en que ni baja ni sube. Pero es lo que decía mi abuela: “Mientras haya ascensor...”.

ÉL- ¡Pues vaya abuela que tenía usted, y con perdón!

ELLA- ¿Y qué me dice de las habitaciones? ¿Cómo son?

IN- Una monada. Muy tranquilas, muy íntimas, muy recogiditas, muy pequeñitas. Sobre todo, eso, muy pequeñitas.

Él- (Frotándose las manos). Con tal que quepa la cama...

IN- Otra cosa no sé pero... (hace memoria), la cama creo que sí cabe. Ahora bien, la ventana tendrá que estar abierta, para poder sacar los pies. No es por nada, es tan sólo por la ventilación.

ÉL- ¿Y qué me dice de la construcción? ¿Es fuerte la construcción? Se lo digo porque el otro día vi a un señor estornudar delante de una finca y ¡paff! ésta se vino abajo con sus diez pisos y todo, arrastrando además  a la portera, al cobrador del gas, al repartidor de la leche. En fin, a todos. No se salvó nadie.

IN- No tienen por qué preocuparse. La finca está garantizada contra soplidos, estornudos, tifones y huracanes. No exagero  si les digo que aunque estornudara Kurtain, que es el que más fama de bestia tiene en España, a la finca no le ocurriría nada.
ÉL- ¿Y si en vez de Kurtain estornuda el “moreno”, el Cassius Clay ése, que es aún más “borinot”, “pardalot” y “animalot”? ¿Qué me dice?.

IN- No pasaría nada, hombre, absolutamente nada. Ya puede soplar el “moreno” que la finca permanecería intacta. En todo caso, previniendo lo imprevisible, Inmobiliarias Pepe regala un tubo de pegamento “Ojo al parche”, por lo que pudiera suceder.

ELLA- ¡Pues, hala, hala! Firmemos cuanto antes, no sea  que mientras hablamos la ley se adelante, aumenten el precio del ladrillo y nos toquen las narices.

                                        
                                                                                           TELÓN

PERSONAJES

El novio
La novia
El oficinista de la Inmobiliaria




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                                    LA HISTORIA TOMADA POR LOS PELOS


Más de una vez nos habremos preguntado al ver las actuales tendencias capilares, el origen y evolución de esta moda que tanto ha dado y dará que hablar, a menos que nos quedemos todos calvos.
En la Prehistoria la moda exigía el uso de largos pelos que cubrían todo el cuerpo, lo que se hacía necesario para protegerse de las inclemencias del tiempo y de las miradas indiscretas; y  también, porqué no decirlo, para disimular la suciedad  de que estaban impregnados con tanta vida al aire libre. Hyppismo, como se dice ahora.
El cuero cabelludo servía para otras muchas cosas: para tirarse de los pelos, para adornarlos con esbeltos huesos de mamut o pezuñas de rinoceronte cornudo, y para casarse. Sí, porque regía por aquel entonces la inveterada costumbre de que el novio arrastrase a su amada por toda la tribu tirándola de la cola del dinosaurio (la cola de caballo no existía al no haber idems), con lo que además de cumplir con el rito, limpiaban el suelo (este hecho fue el precursor  de la moderna aspiradora). No obstante, no todas las mujeres estaban de acuerdo con dicha costumbre y lo demostraron en una gigantesca manifestación cencerril, en la que propugnaron el pelo corto, que libraría el mundo –y sobre todo a ellas- de tan ignominiosos sufrimientos. Las autoridades nummulíticas claudicaron ante el escándalo prehistórico que supuso y el alcalde, un tal Piedrogómez, para dar fe de la abolición capilar se cortó su larga barba con dos ripios silícicos, dando paso así al afeitado en seco (el pasado por agua vino después), que tanta aceptación  tendría en nuestros días. Sobra decir que la mujer del alcalde era doña Mamutiana Rocadura, presidenta de las sufragistas capilares.

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En tiempos bíblicos predominaban las barbas kilométricas, que llegaban a constituir serios obstáculos para la circulación rodada, o sea de carros y taxi-tartanas. Así fue cómo el patriarca Noé no pudo introducir en el Arca a una familia de cachimbambas cocoteras y a una pareja de dinosaurios, a causa del mucho espacio que ocupaba su santa barba. Con lo cual nos hemos quedado sin ver a estos simpáticos e inofensivos animalitos (veinticinco metros de largo, por dieciocho de alto). También cabe destacar la presencia del santo varón Matusalén, que desde que le salieron los primeros dientes no se afeitó la barba y así estaba el pobre. Tan larga era, que llegaba desde el nacimiento del Eufrates hasta Cádiz pasando por la Maragatería.
En tiempos del rey Napiocodonosor de Persia, como se trabajaba poco, las gentes pasaban el tiempo en la peluquería, donde los barberos convertían las melenas en perfumados perifollos y artísticos rizos que eran la prez y la honra de las bellas persianas.
En cambio, los egipcios, tan puritanos como sus dioses, llevaban el cráneo tan mondo y lirondo que, cada vez que los sacerdotisos querían contemplarse la calva, no tenían más que mirársela en la del vecino, de tan pulida que la tenían. Así nació, según nos cuenta Herodoto en sus “Chismes Egipcios”, el juego del billar.
Desde el Lacio, en el villorrio a orillas del Tíber, que luego sería para mofa y befa de propios y extraños, la Magnae Roma -de las cinco colinas y media- (la Historia aumentó la otra una y media), surgió el hábito de cortarse el pelo los domingos y fiestas de guardar. Los dioses romanos no presentaban una cabellera muy abundante que digamos –cundía el calvinismo entre ellos- y claro, los fieles no iban a ser más que sus augustas deidades. Es más, en la vía Appia existió la más famosa de las peluquerías de occidente; y recibe el nombre de Appia dicha vía, porque era costumbre que mientras el barbero trabajaba, los clientes comieran apios a troche y moche.
Cuando las cohortes romanas invadieron las Galias y la Hispania Ulterior, a sus habitantes se les cayó el pelo, pues pronto las tijeras romanas los inmolaron cruelmente haciéndoles morir de risa y flato.
Tras la caída del Imperio Romano, llegaron los bárbaros, llamados así porque tenían rubicundas barbas y, tras un período de anarquía y  venganzas capilares, sobrevino la llamada “edad barbuda” en que los pelos lo invadieron todo. Hasta que llegó Atila con sus huestes y bien pudo decirse que por donde Atila pasaba no volvía a crecer ya pelo alguno. La invasión de Atila fue detenida por el Papa León no sé cuantos que, ayudado por su barbero, le cortó la coleta.

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Y llegamos a la Edad Media, que se caracteriza por dos tendencias: una, la de largas y gruesas trenzas; y la otra, la carente de ellas. La primera tiene su parte práctica ya que cuando los trovadores y otras yerbas, iban a cantar y berrear bonitas canciones a sus Dulcineas, como los castillos eran altos e inexpugnables, se servían de las trenzas de las bellas para escalar los muros y penetrar en sus aposentos. Los otros, los que no llevaban trenzas, no era por falta de ganas, sino por la incomodidad que llegaban a representar cuando hacían sus batallitas amistosas con los bereberes  y otros especímenes.  Porque mientras luchaban a brazo partido, tenían que cuidar de no pisar sus bien cuidadas crines y pegarse el consiguiente morrón, lo que podía ocasionar también que su contricante les dejara como un queso de “gruyère”.
El Renacimiento, o era “pelucoidea”, se caracteriza por el uso abusivo de las pelucas que, al principio por falta de pelo, fueron confeccionadas con crines de caballo rubio. Como nota curiosa se da el caso de que eran utilizadas como puesto de vigía desde el que se oteaba la llegada de posibles enemigos. El uso de las pelucas fue debido más que nada a la aparición de un extraño fenómeno: la calvicie, que hacía estragos sin respetar cabezas propias o ajenas. Y que, como virus invencible, ha llegado hasta nuestros días. En esta época vio la luz el famoso refrán “dentro de cien años todos calvos”, que tanta popularidad alcanzó. Las mastodónticas pelucas tenían también otra importante y singular función: la de esconder en su seno al amante ante la llegada del furibundo y burlado esposo.

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La Revolución Francesa fue motivada por las enormes dimensiones que alcanzaron las pelucas, lo que daba lugar a que los techos de los palacios se hicieran cada vez más altos, con el consiguiente consumo de materiales. Esto se traducía en un empobrecimiento del erario público y en el aumento de impuestos que las clases más bajas tenían que satisfacer. Ante esta situación el pueblo se rebeló y tomó la Bastilla (Fábrica Real de Pelucas), tomándole también la peluca al rey, que quedó confiscada. Y no contentos con esto, le tomaron también la cabeza con lo cual dicho rey quedó hecho un asquito. Siendo los afeites de María Antonieta, su mujer, demasiado conocidos por el vulgo, quédose también sin cabeza y sin peluca.

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Tras una etapa de austeridad y estabilización, se llegó a un primer plan de desarrollo piloso representado por la aparición de grandes patillas y  soberbios mostachos. Cabe aquí destacar la presencia de una tal Diego Corrientes que se hizo famoso por la magnificencia de su incomparable bigotón y sus no menos gloriosas patillas, que tomaron el nombre de “corrientinas”, nombre con el que pasaron a la posteridad. Este siniestro personaje sembró el terror entre sus convecinos, por lo que fue necesaria la presencia de legiones barberiles que pronto se hicieron famosas. Fue entonces cuando el insigne Verdi compuso su inmortal ópera, “El barbero de Sevilla”, todo un compendio de las mil y una maneras de afeitar el gaznate y cortar el pelo.
Muchos años después de que Colón llegara a las Indias a bordo de sus famosos cascarones con velas (carabelas), y en el turbulento Oeste Americano, son de destacar las costumbres indígenas de los apaches y otros hermanos de raza, que cortaban el cuero cabelludo al primer rostro pálido que asomara la nariz por delante de sus plumas. Una tal Ojo de Águila Bizca se hizo célebre por su colección de cabelleras entre las que se incluían las del general Gordon Pepe y su sétimo regimiento de casacas azules.

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Después de tantas vicisitudes hemos llegado por fin a los tiempos actuales que son, digámoslo así, un compendio de todas las demás épocas. Se alternan los pelos cortos (por obligación, cuando una va a la “mili”), con la profusión de melenas, bigotazos y patilleras, que dificulta en ciertos casos la identidad del sujeto paciente que los lleva.
Hace su aparición en público un famoso conjunto de música, los Bitelongos, que guitarra en ristre, esparcen la semilla de los pelos otra vez, dando lugar a brotes melenísticos que son la nota más característica de estos tiempos que corren y no se dejan atrapar.
En Phillinois, se celebra por vez primera en la historia, un concurso para la elección del hombre más peludo del mundo; concurso que gana un tal Yetti –apodado el Abominable Hombre de las Nieves- que, cansado ya de estar subido en las montañas del Ketymanjaro, ha bajado a respirar otros aires más civilizados. Y es tanto el pelo que le cubre, que para verle la punta de la nariz, hubo que trabajar con guadañas y sierras mecánicas.
Es también en el siglo XX cuando hacen su aparición las archifamosas Philishaves, Braüns y Sumbeams, así como las Filomatics (¡las del gustirrinín!), que son como una nota curiosa entre tanta anarquía de melenudos. Últimamente, y a instancias de nuevas investigaciones, un tal profesor Pelinus realiza transplantes de cabellera con gran éxito,  ya que, hombres que tenían la azotea carente de todo pelo, la han visto repleta de vegetación pilosa, con el consiguiente alegrón. El pelo ha llegado a cotizarse muy alto, tan alto, que cazadores de melenudos realizan terribles “aceifas” entre los desdichados, que sucumben heroicamente sin decir: “esta cabellera es mía”. Se está en proyecto de construir una “granja de pelos” que proporcione, a los cada vez más abundantes calvos, una pelambrera exuberante, impermeable y antiséptica.
Nada se puede predecir sobre el futuro, pero según el célebre investigador Smirnoff, el hombre del año 2525 tendrá la cabeza monda y lironda como un  huevo duro, no existiendo ya esperanza para tales generaciones que no conocerán lo que ha sido y es, el pelo.
Aunque, según las leyendas, en el siglo XXVI vendrá un profeta (las bendiciones y la paz de los calvos sean con él) que inventará el crecepelo para alivio de las gentes.
                             Que así sea. Amén.


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1 comentario:

  1. Asombrosa la historia de a cabellera,que harton de reir.
    Me tienes alucinada con tus relatos

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