lunes, 24 de enero de 2022

Dos tazas de café y un reloj

 

Ya tengo el café preparado. Y tu taza. Espero que vengas. Siempre tengo la esperanza de que vendrás. Al marcharte,  en la puerta me dijiste…

- En un rato vuelvo, cariño.

Estábamos a punto de tomarnos el café de media tarde e incomprensiblemente te levantaste como si una prisa repentina tuviera manos y te hubiera empujado hasta la puerta.

Esperé. Seguí esperándote al día siguiente. Y al otro, Así un día después de otro. Semanas, meses…Ya perdí la cuenta de cuánto llevo esperando.

Sigo preparando el café de cada tarde. Para cuando vuelvas y lo tengas a punto, bien caliente, como a ti te gusta. Ni muy cargado ni flojo  de sabor.

No sé adónde te fuiste tan corriendo,  como si se acabara el mundo. Podías haberme dicho que te ibas, tomarte el café antes  de marchar. Se enfrió y lo tuve que tirar.

¿Saliste por algún motivo en concreto? A veces pienso que sí. Que es porque discutimos a veces. Hasta que te cansaste de mi. Pero abandono esa ida rápidamente, ¿Por qué ibas a dejarme? Siempre nos hemos  llevado  bien, ¿no?

Todas las parejas tienen sus discrepancias, no todo en  una relación es color de rosa. Quien diga eso, miente.  Hay altibajos, días que el hastío se apodera de ti y otros que llegas  al cielo cada vez que nos perdemos el uno en el otro. ¿O no ha sido así? ¿Es por eso por lo que has ido? Estoy segura de que ése no es el motivo. Siempre que nos buscamos nos hemos encontrado, por decirlo así. Y si fuera por eso, las cosas se hablan. Todo menos irte sin decirme el motivo.

Algunos me dicen que soy una tonta por esperarte pero les digo que volverás, estoy  segura.

Sigo yendo al trabajo, imaginando que vienes a recogerme a la salida, como siempre, que me monto en la moto agarrada a tu cintura. El viento en el rostro, presurosa  de llegar a casa y tomarnos el café.

Muchas veces me lo sirvo en tu taza, mis labios húmedos posados donde pones los tuyos. Como si llegara a sentir el tacto de tu boca, tu aliento haciendo eco en la taza y acariciando mis mejillas.

A veces llego a sentirte, veo tu rostro sonriente cuando me miras entre sorbo y sorbo, presintiendo lo que me vendrá después….

No te oculto que tuve, tendría ocasión de tomar café con otra compañía. Pero no podría. Quedé atrapada para siempre en tu forma de mirarme, en el acento de tu voz, en tus manos suaves y cálidas. Me encerraste en tu castillo de ilusión, de sueños que soñé e hiciste realidad. Y yo tiré la llave de mi dorada prisión  al pozo negro  de mis desengaños, de ese tiempo oscuro que viví hasta que llegaste y me rescataste del yermo olvido.

Hasta el reloj que te regalé se ha detenido misteriosamente. Las saetas perdieron su caminar;  los segundos, los minutos y las horas dejaron de existir, presas en las fauces de telarañas inmisericordes. Por extraños designios se detuvieron para siempre en el momento que te fuiste.

Le di cuerda repetidas veces, para que tus pasos al cruzar el umbral de la puerta volvieran en sentido contrario y te trajeran de nuevo a mi. Pero fue en vano, su núcleo  de engranajes no volvió en sí.

El  mudo tic-tac me trae el recuerdo de cuando nuestros corazones iban al mismo compás, tras el  mismo afán de un horizonte en común.

Ahora está detenido, quizá añorando seguir acompasando nuestro vivir juntos, marcar nuestras idas y venidas, los días y sus noches.

Está esperando, como yo, volver a la vida. Porque es un sinvivir estar sin ti.

¿Qué me queda por hacer? Nada que no sea más que seguir con la ilusión de que volverás, que el tiempo retroceda hasta el justo momento en el que te anuncié que el café estaba  a punto y me sonreíste como siempre antes de desaparecer.

 

Enfrascada en mis falsas esperanzas de siempre un escondido sentido que desconocía me ha hecho percibir un inaudible chasquido. Como por ensalmo, la pátina que lo cubre de suciedad y polvo se desprende del reloj. Un siseo anuncia la puesta en marcha de las saetas. Su amigable tic-tac resuena esperanzador llenando jubiloso la estancia.

Como por arte de magia sale vapor de la cafetera y reluce su porcelana.

Mi corazón se acelera, desbocado, una inquietud se apodera de mí. Mis labios, trémulos, pronuncian silenciosos tu nombre.

El llavín de la puerta gira. Y quedas frente a mi, con tu inefable sonrisa, como si nunca te hubieras ido…

 

                                                        - - - - - -

 

 

1 comentario: