viernes, 5 de junio de 2015

La obra






Julia llevaba todo el día sin terminar  lo que se había propuesto en el trabajo.  Y, lo que era peor, no tenía  preparado  su papel en la obra de teatro para el ensayo de esa misma noche. Entre sus aficiones, además de la fotografía, figuraba el arte escénico. Ya de pequeña destacaba en  los actos culturales y de fin de curso en el colegio de las monjas interpretando los más variados  papeles  en el escenario cantando, bailando y sobre todo dando vida a  pequeños  personajes.
Luego entró a formar parte de  un grupo teatral que regularmente representaba obras de  autores nuevos con cierto éxito.  
El causante de todo este desajuste laboral era Pablo. No había dejado de recordarlo en toda la jornada. Revivió el momento que se conocieron,  el día que se incorporó al grupo teatral y especialmente en lo sucedido en la última representación.
Cuando se lo  presentaron  le dijo que tenía un  nombre  precioso y era de  procedencia romana;  derivaba de Julio y  lo llevaron grandes personajes femeninos del Imperio.  Lo primero que la cautivó fue su  timbre de voz tan varonil  y esa inigualable sonrisa que lucía en su rostro.
Pablo siempre procuraba estar a su lado a la menor ocasión, se las pintaba sólo para conseguirlo. El resto del grupo no era ajeno a esta velada pero reiterada inclinación de Pablo hacia Julia aunque ella aparentaba  no darse  cuenta, si bien  estaba pendiente  del efecto que causaba en él cuando estaban juntos.
Sus compañeros hacían cábalas sobre cuándo se produciría la declaración de Pablo y seguían a distancia los movimientos de ambos.
Julia quería dar tiempo al tiempo,  se sentía bien como estaba pero no dejaba de reconocer en su fuero interno que Pablo le gustaba cada vez más.
No ignoraba  que un día u otro debía de aceptar la compañía de un hombre y si no lo había hecho antes era porque temía no acertar en su decisión.
Pablo era atento y divertido y se las ingeniaba  para que, tras despedirse, siguiera pensando en él y se le hiciera interminable el momento de volverle a ver.
Tras la última representación de  "El momento de la verdad", todo se había precipitado. Se trataba de una  comedia desenfadada sin otra pretensión que los espectadores pasaran un rato entretenidos.
En la obra,  uno de los protagonistas, tras suspirar por el amor de una mujer durante años sin atreverse a confesárselo, lo hacía por fin venciendo su timidez.
Sucedió entonces que, en la actuación  que cerraba la temporada, en la escena que intervenían ellos dos, Pablo le declaró su amor en el escenario. Sin que nadie que no fuera  ella, se percatase de ello. Cambió las frases y el sentido  de la confesión del cohibido  personaje de la obra  de tal manera que  era él, Pablo,  quien se declaraba realmente a Julia y no a Edelmira, la otra figura de la comedia.
Pensó en la curiosa coincidencia del título de la obra con ese "momento de la verdad" que había tenido con Pablo y se había manifestado a la vista de los espectadores, como si tal cosa.
Paralelamente a la declaración de Pablo, Julia improvisó sobre la marcha y dio el esperado "sí" a Pablo no como Edelmira, sino siendo ella misma, Julia. Fue como un acto reflejo que le salio espontáneo, asombrada por ese súbito impulso y felizmente  liberada al haber expresado sus sentimientos.
Camino de los vestuarios Pablo le dirigió una significativa mirada a lo que ella respondió con un tímido gesto de asentimiento.
Sonrió para sus adentros al rememorar  ese modo tan original de declararse y que luego siempre  recordarían de modo muy especial.
Al levantar la vista y mirar a través de la ventana, lo vio. Allí estaba Pablo, como siempre, esperándola, con un ramo de flores.
Se besarían y al decirle él una frase bonita ella se sonrojaría. Trató de imaginar cómo iba a ser su vida a partir de ahora. La de los dos viviendo un   amor surgido sobre las tablas de un escenario. Una vida en común con un comienzo y sin final a la vista;  un día a día sin guión previo, sin director, sin diálogos aprendidos, todo improvisado en cada momento, siendo ellos mismos actores y público en el gran teatro de su  vida.

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2 comentarios:

  1. Me gustan tus relatos porque en ellos el amor siempre está presente ,aunque es verdad que como un ideal a conseguir.Me alegro que en este último hagas salir a tus protagonistas de sus sueños para vivir algo real ,que aún con dudas son capaces de afrontar.

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  2. Muy acertado el comentario anterior; me sumo a él.

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