domingo, 1 de marzo de 2015

Tus ojos




TUS OJOS


La muerte avanza hacia a mí en forma de ese soldado, en este rincón de la trinchera, en esta guerra que nadie buscó.
La bayoneta se clava en mi vientre irremisiblemente, inmisericorde; era él o yo. Y perdí.
Una violenta sacudida me arroja al suelo y un frío intenso se apodera de mi.
Y en esa oscuridad que me envuelve como una niebla creciente, de nuevo veo tus ojos, el fulgor verde de tus pupilas.
Nunca he dejado de soñarlos, de evocarlos estando tan lejos de ti.
Sólo me fue dado contemplar tu mirada; cubrías tus labios con un pañuelo. Solo me mirabas, creí vislumbrar  una benévola sonrisa.
Pobre soldado, debiste pensar, tan joven y a la guerra, a un destino incierto y cruel que no escogió.
Imaginé unos carnosos y acogedores labios que nunca llegaría a saborear. Tan solo me mirabas fijamente, tus ojos como gemas verdes, que me deslumbraban y me abrasaban.
Ahora, en este pozo oscuro sin fin que es mi propia muerte, veo tus ojos de nuevo, mirándome serenos. Y te quitas el pañuelo de tu boca en un gracioso gesto y me lanzas un sentido beso al aire.
Y todo mi ser resplandece y se diluye en el verde esmeralda de tus ojos...




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